Un ojito. Eso fue lo primero que Robin Sandusky notó “raro” en el almuerzo que había encargado. Cuando se fijó bien, no sólo había uno, sino dos ojos como parte de la cabeza de un lagartijo sin cuerpo. Y eso no fue lo que ella ordenó.Así que la mujer llamó de inmediato al establecimiento "Guy & Gallard", de donde había ordenado su ensalada y pidió que le devolvieran el dinero que había pagado por ese plato.