Casi tan añorado como tocar el cielo con las manos es tocar las calles de Nueva York con los pies, sobre todo, si están enfundados en un buen par de Manolos. La creadora de este principio absoluto fue, sin lugar a dudas, Carrie Bradshaw, la antiheroína de millones de mujeres que la veían, siempre subida en despampanantes tacones, deslizarse con la misma gracia por una acera adoquinada de Manhattan o por una red carpet.