NUEVA YORK — Comenzó con un trago de licor una vez a la semana, para aliviar la soledad y el cansancio diario de ocho horas de pie como cajera en una supermercado de Brooklyn, pero la adicción de Julia (26) llegó tan lejos que usó vasos de café para ocultar el alcohol."No podía pasar el día sin beber", indicó la inmigrante mexicana.